domingo, 28 de junio de 2009

Echar de menos

Hoy echo de menos tremendamente lo que fue... Echar de menos... echar de más. De más también echo. Lo malo, lo terrible, es que las cosas que importan se devalúan como si fueran aire y las tapamos con cromos mal interpretados, apenas dibujados, de colores sucios, somos mentirosos por naturaleza, hasta al aire le mentimos. Qué puedo echar de menos yo?. Cuando jugábamos al tiempo en aquella Plaza de las Monjas y luego me llamabas porque un chico rubio (muy guapo, por cierto) te daba besos con lengua y no te gustaba nada. Y entonces a mí me entraban ganas de dar besos con lengua para poder opinar y opinaba lo mismo que tú, que no me gustaban nada, porque se los daba a quien no debía. Siempre las prisas.
Y luego ese fin de semana al final del todo, cuando ya había nacido alguien de tu vientre y éramos adultas y, teóricamente sabias y, sin embargo, nadie nos había preparado para eso: despedirnos antes de tiempo. Y esa fiesta en la terraza. Y las fotos (siempre salgo con una cerveza en la mano, no sé cuántas me bebí, como si no quisiera saber a qué había ido,)y ese bar de Zurich y todas las cachimbas que me fumé después de ir a la farmacia y comprarme un montón de ibuprofenos para paliar el dolor de espalda, ese dolor imposible de curar que provoca el miedo.
Y después, pues sigues para adelante, con una cicatriz de esas que te vuelven el rostro adulto. Y echas de menos tanto que el resto se vuelve inmaterial y hasta absurdo. Leve. Hasta que llega una noche como ésta y el dolor se desparrama y detrás del teléfono no está tu voz para oír todas las tonterías que alguien es capaz de contar. Y, de repente, lloras por todo lo que se te ha quedado en las tripas sin digerir. LLoras hasta entender que esto último que te sucede es una idiotez. Y luego te duermes tranquila. Poniendo cada cosa en su sitio. Intentando saber quién eres. Olvidando sucesos y gente que apenas importan.

domingo, 21 de junio de 2009

A los que nunca duermen

Te has dormido tan pronto,
tan desnudo de cieno
que eres barro nocturno, manos sin moldear.
Un ojo que transita por los charcos
buscando peces vivos en su fondo.
Mientras duermes, la prisa se hace espesa,
morada de cemento, espejismo de sal;
la urgencia se detiene en tus pupilas.
Le has regalado al atlas una sombra de luz,
un pozo de pereza que vuelve lento al mundo.
Buscas lo que te asombra y lo secuestras:
en tu cama se duermen los países,
los faros, los tranvías,
controlas las mareas desde el sueño.
Mientras otros se ocultan bajo un párpado,
en tí se hace verdad la inmensa noche.

martes, 16 de junio de 2009

La casa de noche

No te duermas temprano,
hazle sitio al recuerdo
y deja que el desvelo te sostenga.
Que se extienda la sombra en la ventana.
Que se pinten nocturnas las paredes.
Manten las luces encendidas
y convierte la noche en un refugio.
Porque la casa inventa su lenguaje,
un código de humilde soledad.
Son letras que se escriben desde un hogar vacío,
son, apenas, un hueco que se suicida a oscuras.
Un reloj que seduce a la impaciencia
y traza en el espacio el desorden del tiempo.

sábado, 13 de junio de 2009

Me amas

Arden trozos de sol en la cocina
mientras, fuera los mapas nos persiguen
con un gesto de luz que es innombrable.
Me amas tan desnudo como el tiempo,
dormido como el barro,
hambriento como un pez sin recorrido.
Me amas.
Y en dos palabras cabe todo el mundo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Al cabo


Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.

jueves, 4 de junio de 2009

Cuentos

A Ana, por quererme. Y por quererla. .

Cuando esperamos somos de mentira,
como los cuentos
de príncipes y ranas.
Nadie besa a los sapos,
nadie se bebe la saliva de otros,
nadie cree en la muerte
sobre todo si ocurre muy despacio.
De puntillas,
armada de dolor, indeclinable,
infinita y rendida.
Inteligente y generosa,
como tú que no tienes ningún nombre
y, sin embargo, vives,
Quién quiere los diamantes.
si sólo existen desde lejos,
si no se quedan en la piel.
Si nadie los recuerda cuando marchan.
Quién quiere la impostura del color.
Qué gran rollo, mi vida,
es este mundo tan tremendo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Personajes

Es obvio que leo demasiadas novelas y que las novelas no se parecen casi nunca a la vida real. También empieza a resultarme obvio que, en el fondo, siempre he esperado que mi propia vida se convierta en una novela. Y de tanto desearlo casi, casi lo he conseguido. Una de esas novelas con finales abiertos, una novela épica integrada por cientos de personajes de los cuales sólo unos pocos, esos que se repiten página tras página, son importantes. Otros, la mayoría, protagonizando tan sólo un capítulo, más largo o más breve, eso da casi igual, pero un único capítulo.
Tal vez debería bastarme con los que ya están y siempre van a estar, con esos pocos de los que no puedo prescindir. Pero qué sería de esta novela si me conformo con repetir día tras día el mismo monólogo, la misma plácida historia... Me ahogaría, no podría subsistir. Y todo lo que hasta ahora he aprendido se volvería blanco.
Como dice Charles Baxter, las historias felices no interesan, ni siquiera son historias.

lunes, 1 de junio de 2009

Agua

Rocé la piel de un hombre que no tenía edad. No puedo asesinar a quienes ya están muertos. No tengo ganas de esperar el humo. Me gusta que las sombras se parezcan a las sábanas blancas. Me gusta ser de todos y no ser. Me gusta que si el agua se siente fuente corra. Y se pierda en el mar. Lejos de mí.