Es la parte del tiempo que nos sobra,
andar calles torcidas
y sentarnos de espaldas a la luz.
Es la ciudad sin siestas,
la plaza que se adorna de palomas.
El milagro de un rostro que se arruga para tragarse el sol
-y masticar despacio su caída-.
Y es permanecer quietos,
sentados en el filo de una tarde sin demonios,
suponiendo, tan sólo, un leve ardor ,
un reguero de nombres,
un azul que se llene de candelas
y nos borre del gesto los pecados.
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6 comentarios:
Joder Carmen qué bonito.
No me gusta el primer verso, no, no, no. Primero porque es inexacro, el ocio no es éso y segundo porque carece del lirismo de todo el resto del poema.
Precioso.
Tienes razón, el primer verso ni es verdad ni es lírico, jajaja... Gracias.
mañana me echo la siesta, fijo...que esta semana me la he merecido...
vaya siesta que has escrito...preciosas letras
besos
z
zzzzzz
Estoy segura de que te la mereces, asi que echátela por mí, que yo paso, luego tengo insomnio... je
Un beso,
Carmen
che deja a los pecados mujer....sabes no habia caido pero si tu te llamas Mari Carmen no puede ser feo....yo siempre suelo venir por aquí y seguiré ello, un saludo.
Ernesto, Mari Carmen no, por favor, jajaja, CARMEN... Ni se te ocurra llamarme así que la tenemos, jajaja..
En serio, me alegra que vengas, y mucho,
Carmen
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