lunes, 28 de mayo de 2007

El animal dormido

A Luis García Montero

Has llegado en la noche,
como otras tantas noches,
hasta la casa apuntalada en sombras.
La puerta ha clausurado el alba amenazante,
y, tú mismo una sombra,
te desvistespor el pasillo a tientas,
con las voces aún y el sabor de esa noche
hurgando en la memoria.

La habitación todavía es más ciega,
y la invade, corpórea,
la familiar tibieza de una niebla invisible.
Has tumbado tu noche, tu cansancio y tu cuerpo,
junto al cansado cuerpo de su noche.
Quién sabe qué fantasmas la estarán visitando,
con quién departirá
en la hora puntual de los demonios,
por qué tierras salvajes de los sueños
andará extraviada y sin echarte en falta.
Toda la suma de casualidades,
de planes no cumplidos,
de rutas postergadas, de incertezas,
y que llevan por fin hasta esta noche,
resulta un laberinto incomprensible.

Mientras rumias un violento deseo,
ella duerme a tu lado,
flota sobre las aguas del lago de la noche,
ajena a tus preguntas sin respuesta,
y su respiración, en esas aguas,
es el fiel testimonio de que hay vida,
de que aún no te has ahogado.

Qué está ella haciendo aquí,
qué estoy haciendo.
El lago no responde desde sus aguas frías.
No creo que mañana obtenga la respuesta.
Mientras tanto,
ya me he acercado al animal dormido,
su orilla me ha abrazado,
y sin más tiempo para pedir ayuda
nos hemos ido al fondo de la noche.

La lenta máquina del desamor


La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.

En un año se muere muchas veces

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Ángel González

Las vidas se me arrugan año tras año,
de nada sirve tenderlas al sol.
Tras haberlas enjuagado, con prisas,
siguen arrugadas,
como un catálogo de viejas cartas.
Aquí está el uno de enero,
la fotografía que inmovilizó la fecha
pero ya no puedo recuperar ese instante.
Se fugó su recuerdo
tras un frío que ya no es vida.
La tristeza desarruga momentos
pero no los enmarca en el presente.
Se limita a fingir que siguen vivos
el aire,
la luz,
los países que inspiraron los labios,
las tarjetas de visita
de esas fiestas a las que nunca fui.
Yo misma me convierto en un álbum,
en una de esas cartas largas
en las que confesar
aquello que no me atreví a decir:
ha pasado un año entero y no he muerto.

domingo, 27 de mayo de 2007

Fue en marzo, tal vez

El amor era ella, la que espera impaciente,
pero tú eres la vida.

José Luis García Martín

Sobre las tardes anochecen nombres,
recordatorios de la última vez
que los ojos celebraron la pasión.
Fue en marzo, tal vez, y llovían lenguas.
Y almohadas.
Y ese miedo tan vestido de insomnio
como la sombra de algunos diciembres.
Fue en marzo,
mientras amanecían las ciudades
y el agua desnudaba su verdad más antigua.
Sucediste bajo un viento templado,
en las esquinas de las cosas,
en las veredas oscuras.
Sucediste y era marzo en las paredes,
aunque nunca espiaras la vida
ni encontraras mi nombre en tu espejo.

sábado, 26 de mayo de 2007

A pilar

Estoy un poco más sola que antes pero tú me enseñaste qe la muerte forma parte de nosotros. Nunca he aprendido tanto de nadie. Gracias todos los días.

El amor es un monstruo

Recita ruidos detrás de las puertas
para asustar a las niñas desnudas.
Pero su nombre sólo invita al miedo.
No os asustéis de su boca de lobo feroz
porque nada significa su sonido mudo.
Se limita a copiar en su libreta
mi propio rayo de luz.
Asustan sus dientes imperfectos
o sus cambios de camisa.
Pero es sólo un hombre que pasea
sin importancia.
Un monstruo con tres ojos,
una sílaba empantanada de realidad.
El amor es un monstruo sin huellas dactilares,
por eso no está invitado a mis fiestas.
Es un intruso que nunca bebe en compañía.
Se queda sólo a las tres,
clandestino,
tan desnudo de historia,
que, cuando suena la música,
baila solo en los sótanos de mi memoria.

jueves, 24 de mayo de 2007

Nunca serán luz

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Gabriel Celaya

La luz no sabe sonreír
ni imitar las tormentas de la tarde.
Sabe agotarse en el sudor de los edificios,
enredarse en las persianas
y mancharse de grasa en los talleres.
Sabe mirar las uñas sucias
que escupen su rebeldía bajo los cartones.
De nada sirve la luz en los templos.
Se apaga su vocación de ciudad,
agoniza su hambre de calles vivas.
Su temblor enmudece en los polígonos,
en el humo de las fábricas,
en las mentiras que nos contaron.
Nunca serán luz las palabras huérfanas,
las que buscan el halago,
las que no se desnudan en el lodo.
Nunca será luz la herramienta que vence al mundo
ni esas veredas, vacías de risas,
bajo las que escondemos la verdad.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Fragmento de El Festín del amor (Charles Baxter)

.... Fui a ella goteando sangre, con el corazón hecho jirones por causa de Diana, y ella me lo curó en una semana.
....Es lo más profundo a lo que llego: algunas veces, simplemente, lo sabes. Cloé y Oscar lo sabían. Sabes cuándo dos personas están hechas una para la otra. En realidad, nunca había experimentado esta tesitura extraña, pero me ocurrió con Margaret. Antes yo siempre procuraba que mis relaciones funcionasen a fuerza de voluntad y deferencia forzada. Esta vez no tuve que esforzarme en nada. Un soplo de facilidad nos inspiraba. Fuera yo lo que fuese, pues bien, era lo que Margaret, al parecer, quería. No estoy seguro de que buscase un hombre blanco como yo, un comerciante aquejado de modestia, pero dijo que le daba igual mi color o mi carácter, de todos modos, porque estaban bien como eran. No había pensado en que pudiese amar a un hombre de mi raza, pero en cuanto aparecí en su vida, resultó que era el hombre que ella amaba, como se dice, contra viento y marea. Hasta la fecha no sé exactamente qué amaba de mi, y no lo sé porque no tengo que saberlo. Me ama, y punto. A mí, a mi menú completo. Ella lo pidió entero.
Cuando dos personas se aman hacen las cosas a dúo. Vamos al cine, vamos a bailar (ella baila mejor que yo), vamos a la tienda de comestibles y nos cogemos de la mano en los pasillos (escandalizando a los racistas), elegimos muebles, cocinamos, hacemos el amor, hablamos del futuro, jugamos con el perro y lo llevamos de paseo.... Congeniamos. (Evito decir estas cosas en público; la gente detesta oírlo, como si la obligaran a comer azúcar en crudo.) Ya no hay que hablar con desconocidos, ya me entiendes. Todo lo que quiero decir, quiero decírselo a ella. La vida se ha convertido en lo que yo me figuraba que debía ser, por satisfecho y horrible que suene. De hecho, en realidad no me apetece hablar más de esto. Como dice el poeta, todas las parejas felices son iguales, son las infelices las que tienen historia.
Ya no soy una historia. La felicidad ha hecho que me diluya en la vida real.”

viernes, 18 de mayo de 2007

Siempre fui yo

Me quedé quieta sobre la penumbra
pero, aún detenida, en las paradas de taxis
seguía siendo yo.
En los soportales que renuncian a la lluvia,
en las farolas,
en los tejados con gatos y lunas.
Incluso en los desiertos que añoran el mar,
siempre fui yo.
Tú y yo, juntos, éramos huérfanos.
Un párpado acallando la verdad.
Juntos no éramos
y, sin embargo, yo siempre fui yo.