domingo, 6 de abril de 2008

Fugaz

Te han nacido en los hombros tres miserias,
tres heridas profundas que maldicen
con su peso las noches.
Que las hacen tan largas como el miedo.
Eres el hombre de rodillas rotas
al que los pájaros regalan picos
fugaces, sombras de palabras viejas.
Un invento que vierte su crueldad
en una habitación de la que escapa
ilesa hasta la muerte.

Al vientre

Al vientre no se llega entre las sombras.
Nadie conoce su perfil de dios,
nadie desnuda el hambre que le tiembla,
pálida, bajo el rostro del otoño.
Su fondo es líquido y sus dedos laten
como semillas que convocan vida.
Un instante de párpados abiertos
basta para encender el horizonte.

Esta vida

Pero vivir, amor, es mucho más que eso;
es crecer y dormir y envejecer contigo,
reñir y bromear, y no vernos a veces,
o vernos como extraños alguna madrugada.

Josefa Parra


Extrañar que tu brazo enrede el cuerpo
cansado de la noche,
cuando se alarga el vientre hacia tus manos
y responde un vacío
que transforma lo oscuro en una grieta.

Y saber que la vida
no es tenerte encerrado en mis miedos.

Que a veces esta vida es no mirar
como los años ciegan los espejos
y nos hacen tan débiles
que ya no espero nada de tu olvido.

Porque no sé nombrarme sin sentir
vergüenza del pasado,
sin oler en tu boca besos muertos.

Ningún nombre

Me levanto si el día me recuerda
que tengo que limpiar la oscuridad
que nos dejó la noche.
Ese pozo infectado de sonidos
a los que llega el hambre repetida.
Esa rabia que oculta entre la alfombra
el miedo a no decir lo que se siente.
Yo no le temo a los que nombran nombres.
Yo puedo sonreír cuando me doblan
el destino en un gesto.
Y volver a decir que, entre mis manos
y yo, duerme la sombra de una página
que no escribe ningún verbo en sus líneas.

El final

Se acordó de su casa,
la vieja residencia del amor
y sintió el corazón necesitado.

Francisco Brines


En aquella misión puso el empeño
de los necesitados.
Tenía dos razones para el mar
y una para la tierra.
Eligió ser comido por los peces.
No quiso ser ceniza
ni alimentar la sombra de los árboles.
Hubiera deseado un cielo gris,
un infinito azul lleno de pájaros
pero lo que no vuela se detiene
al final en el polvo.
Y él no quería el miedo para siempre.

Siempre

Cada vez que una noche se me posa
entre los párpados,la luz se enciende.

Siempre le gano la batalla al negro
instante al que otros llegan con la rabia
convertida en un rayo que destruye
lo que toca.

Siempre comprendo al que me busca en máscaras
de lo que no soy.

Su vientre está tan cerca
que es el hogar que me respira,
aunque huya de su voz y su sonido rapte
la semilla que brota en mi silencio.