Habló desde la esquina de la luz más oscura
y supe que sonaba a cascabeles.
Me aproximé a su voz para encontrar mi lengua
y, en silencio, escuché caer el agua.
Llovía cerca de las sílabas,
-tal vez ya somos líquido,
tal vez sólo nos falte alentar la saliva
y dejar que nos beba-.
Que nos mojen las noches y sus peces.
Que despierte el extraño que duerme en nuestra boca.
4 comentarios:
Mucho lirismo, mucha emoción.
Espectacular, lo guardo
Pues es un honor que te lo guardes...
Beso gordo,
y el extraño despertó...y llovía...
me gusta, Carmen.
muchos poemas tuyos leídos...y nunca cansan...
besos
Tienes razón, Antonio... muchos... debes ser junto con Ana la persona que más poemas me ha leído... Os merecéis un premio los dos, jajaja...
Besote grande,
Carmen
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