Arderás en la lluvia cuando el fuego la toque
y serás nuevamente de madera.
Porque en tí están los números del agua,
los relojes que salvan de su edad a los muertos.
Antes de oler la luz, has sido de metal,
de una materia cálida.
Te bastaba la piel para vivir.
Eras de las ciudades que son islas,
te bebías el mar desde los muelles.
Y ahora estás ahí,
tendido en la rutina del invierno.
Inventando el dolor en un minuto.
4 comentarios:
Siempre me quedo con los ojos tremendamente abiertos, en medio del incendio que provocan tus poemas, y subo por mis muertes, despacito, para volver al poema en un acto de resurrección.
Un abrazo.
Marian
Nunca he sabido comentar poemas Carmen. Ni siquiera sé que es comentar un poema aparte de si me parece bien o mal en su forma. Los demás no se puede o tal vez se pueda pero yo no sepa hacerlo
Tus cosas siempre me parecen "tus cosas" y transmites a la perfección tus sentimientos.
Implicas al lector en ellos con una facilidad asombrosa, sin complicaciones y directamente.
No sabes hasta que punto agradezco eso.
Gracias, Marian... Ya sabes cómo me gusta que andes por aquí... y que seas tan generosa... El poema sin ojos como los tuyos no sirve para casi nada...
Un beso gordo
Amparo, es verdad que mis cosas, son "mis cosas"... Pero si logro implicarte en ellas es más que suficiente... A estas alturas te habrás dado cuenta que querer a la poesía y tomársela dramáticamente en serio no tienen nada que ver. Me apunto sólo a lo primero.
Besotes. Me gusta que vengas.
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