Es tiempo de alfileres y de pájaros,
la mansa hora del pan,
la estación de las piedras cosidas a la espalda.
Y aquí estamos de nuevo, mirando a las paredes,
mudos como los libros ya leídos,
escondiendo la gloria detrás de los zapatos,
abandonados a la suerte de los perros sin casa.
Pero aún puedes salvarme,
pintar jarrones en mi sombra,
arrancar de mis pies estas sandalias,
pronunciarme desnuda -o al menos habitarme-,
como si este momento no existiera,
-ni existieran los barcos de papel-,
ni yo fuese un hogar al que le sobran puertas.
6 comentarios:
Vuelves magnífica, con esa hondura que siempre logra traspasarme.
Un abrazote
Marian
Gracias, Marian. Sabes que me alegra encontrarte.
Abrazo grande.
Después de perdonarte -tú a ti misma- llega este poema....como siempre letras con un brillo misterioso...me encanta...infla tu ego porque escribes de putamadre.
un beso Carmen...
p.d...qué par de mojito me he bebido!
Me he perdonado, sí... todo vuelve a estar en su sitio o eso creo... Gracias. Lástima que ya no bebo casi, jajaja...
Un beso.
Excelente poema, me ha gustado mucho donde remata el verso con "o al menos habitarme".
Saludos.
Gracias por perderte por aquí, me alegra que te gustara.
Saludos.
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