miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sal con una chica que lee (Rosemary Urquico)

Este texto lo encontré en facebook por casualidad y me gustó tanto que lo llevé a mi muro, también lo he mandado por mail a algunos de mis contactos pero en facebook todo es efímero, fugaz y no confío en que todos mis contactos lean algo tan relativamente largo en estos tiempos que corren, así que me lo traigo aquí para no dejar que se me pierda.

Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico).
Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una list...a de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.

4 comentarios:

Faro dijo...

Me temo que el largo consejo me pilla un poco tarde: yo sólo ofrezco ya monotonía y hace mucho que me veo obligado a preferir los libros a las chicas. El ansia de vivir hasta morirme se me acabó con el último olvido, tan reciente que ni lo recuerdo. Aprendí también que, mientras seamos hombres todavía, la fidelidad de los libros no es comparable a nada y menos a una chica, aunque sea tan deseable que, oh, acabe Ulises. Los libros jamás cambian de opinión. Se lo vengo diciendo a mi nieto y no sé si me entiende o se hace el sueco, pero a él también le llegará la hora en que no podrá elegir. Entonces, heredará mis libros y se limpiará de cicatrices, quizás pensando en este hombre solo que hoy oye las sílabas.
Este mensaje tuyo está destinado a otras quintas que alzan sus manos a la vida. Quizás yo debí abstenerme.

Un beso.

Faro dijo...

Me temo que el largo consejo me pilla un poco tarde: yo sólo ofrezco ya monotonía y hace mucho que me veo obligado a preferir los libros a las chicas. El ansia de vivir hasta morirme se me acabó con el último olvido, tan reciente que ni lo recuerdo. Aprendí también que, mientras seamos hombres todavía, la fidelidad de los libros no es comparable a nada y menos a una chica, aunque sea tan deseable que, oh, acabe Ulises. Los libros jamás cambian de opinión. Se lo vengo diciendo a mi nieto y no sé si me entiende o se hace el sueco, pero a él también le llegará la hora en que no podrá elegir. Entonces, heredará mis libros y se limpiará de cicatrices, quizás pensando en este hombre solo que hoy oye las sílabas.
Este mensaje tuyo está destinado a otras quintas que alzan sus manos a la vida. Quizás yo debí abstenerme.

Un beso.

VICTOR VERGARA dijo...

Es bonito el texto.
Cierto, todo cuanto aparece en facebook queda fugaz e inconsistente, leve y huidizo como el recuerdo imposible de un sueño quebradizo y escapista que se tuviera en el océano de la noche.

Yo, particularmente, prefiero las chicas que leen, es verdad, pero si leen mucho-mucho-mucho me muero de celos, jajaja Hay que leer con moderación porque "la vida" es la mejor épopeya imaginable por ningún escritor.

Me gustaría pedirte una cosa, Carmen, que es poco lírica, y es que cambiases mi enlace de "POESÍAVICTOR" por el enlace del blog actual que tengo, si te apetece. "POESÍAVICTOR" dejó de existir y ahora estoy, escribo, pinto, fotografío,... en:

http://www.victorpintorart.com/


Un beso, Carmen.

Ana Muela Sopeña dijo...

Qué bueno, Carmen.

Es un consejo buenísimo. Es que después de los primeros tiempos hay que hablar y tener ilusión y debatir...Eso se puede hacer leyendo y escribiendo. No se puede hacer hablando sólo de tópicos como la moda o los deportes.

El texto es genial.

Ha sido un placer leerlo aquí, en tu blog.

Un beso
Ana