Con cambiarte de traje, te cambio también de alma. ( No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres. ) Gabriel Celaya Quién se esconde bajo ese rumor de noche. Nada sé de él. Que respira. Que sus miedos me espiaban desde la diferencia de los días lluviosos. Sé, a penas, lo que me enseñó su cuerpo, su voz en los telegramas. Nada sé de él. Que recorre los libros y huele a mar, a latidos rotos sobre febrero. Sé que sus lápices pintaban veranos en los pasillos vacíos. Pero no entiendo su dolor urgente ni esa rutina que le impide acercase a mí. Nada sé de él por eso huyo de una tristeza que ya no me inspira cafés. Ni versos. |
sábado, 23 de junio de 2007
Nada sé
domingo, 17 de junio de 2007
La ceguera
Te protejo del tiempo, si me dejas, si me nombras azul en las palabras. Ajena pero próxima a las nubes, lamiendo los nombres en tu dolor. Te protejo de la lluvia de marzo y de las ciudades abortadas en el tiempo. Te hago sombra en los círculos, mientras mis ojos miran tu costumbre. Pero es pequeña mi mirada. Y antigua. No sirve para vivir. Ni para salvar a la noche. Es sólo una mirada de ventanas abiertas, de tráfico pasajero. Un ojo abrazado a la piel de los insectos para morir. O para definir la ceguera de los hombres. |
La pregunta
En la noche avanzada y repetida,
mientras vuelvo bebido y solitario
de la fiesta del mundo, con los ojos muy tristes
de belleza fugaz, me hago esa pregunta.
Y también en la noche afortunada,
cuando el azar dispone un cuerpo hermoso
para adornar mi vida, esa misma pregunta
me inquieta y me seduce como un viejo veneno.
Y a mitad de una farra, cuando el hombre
reflexiona un instante en los lavabos
de cualquier antro infame al que le obligan
los tributos nocturnos y unas piernas de diosa.
Pero también en casa, en las noches sin juerga,
en las noches que observo desde esta ventana,
compartiendo la sombra
con el cuerpo entrañable que acompaña mis días,
desde esta ventana, en este mismo cuarto
donde ahora estoy solo y me pregunto
durante cuánto tiempo cumpliré mi condena
de buscar en los cuerpos y en la noche
todo eso que sé
que no esconden la noche ni los cuerpos.
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sábado, 16 de junio de 2007
Alto jornal
Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.
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viernes, 15 de junio de 2007
Te amo por ceja
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento
y te dibujo,pronto a borrarte, así no eres,
ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
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miércoles, 13 de junio de 2007
Son sólo manos
Si mis manos fueran águilas
alimentarían tu boca hambrienta,
poblarían las islas de animales
y vencerían los años.
Pero mis manos son pequeñas,
aprisionan el vuelo de los lápices
pero cuando quieren llegar más lejos
se detiene su fuerza.
Nada esperan de las calles vacías.
Se esconden
tras las postales antiguas,
tras la letra uniforme de la infancia.
Son sólo manos que se rinden
sobre el tacto de los relojes.
alimentarían tu boca hambrienta,
poblarían las islas de animales
y vencerían los años.
Pero mis manos son pequeñas,
aprisionan el vuelo de los lápices
pero cuando quieren llegar más lejos
se detiene su fuerza.
Nada esperan de las calles vacías.
Se esconden
tras las postales antiguas,
tras la letra uniforme de la infancia.
Son sólo manos que se rinden
sobre el tacto de los relojes.
De tanto mirar
De tanto mirar, rondé la ceguera.
Y la vida, esa rata con nombre de dolor,
despertó entre el apetito del tiempo.
Antes de hoy, yo ya rompía las horas.
Lo que ves es sólo un resumen gris
de los vestidos que desnudaron mis veranos.
Lo que ves no es lo que soy.
Llegué a ti desde la fatiga de los espejos,
desde el cansancio.
Desde el error de los relojes.
Desde el balcón que se asoma
sobre la pereza de los tejados.
Llegué para huir.
Y respiré azul en las azoteas
sin recordar
que, detrás de las ciudades,
aún residían los nombres sin patria.
Miré tanto que sacudí la luz
sobre la única verdad no borrada.
Y la vida, esa rata con nombre de dolor,
despertó entre el apetito del tiempo.
Antes de hoy, yo ya rompía las horas.
Lo que ves es sólo un resumen gris
de los vestidos que desnudaron mis veranos.
Lo que ves no es lo que soy.
Llegué a ti desde la fatiga de los espejos,
desde el cansancio.
Desde el error de los relojes.
Desde el balcón que se asoma
sobre la pereza de los tejados.
Llegué para huir.
Y respiré azul en las azoteas
sin recordar
que, detrás de las ciudades,
aún residían los nombres sin patria.
Miré tanto que sacudí la luz
sobre la única verdad no borrada.
viernes, 8 de junio de 2007
He roto el lunes
Para que tú me vieras rompí el lunes.
Salté sobre mi sombra
para hacerle cosquillas a la noche.
Quise ser yo:
un paisaje de arena
una postal de alambre sobre el miedo.
Elegí para ti la desnudez.
No el artificio,
no las sombras,
no el misterio.
La verdad que pronuncia lo que soy.
El despojo de un gesto
que en los ojos encuentra su lenguaje.
Salté sobre mi sombra
para hacerle cosquillas a la noche.
Quise ser yo:
un paisaje de arena
una postal de alambre sobre el miedo.
Elegí para ti la desnudez.
No el artificio,
no las sombras,
no el misterio.
La verdad que pronuncia lo que soy.
El despojo de un gesto
que en los ojos encuentra su lenguaje.
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