jueves, 30 de abril de 2009

Siempre que viajamos a otra ciudad nos invade el miedo



Sí, torcer el espejo es fácil.
Allí está el arco, la mirada del número,
las huellas del árbol que serán promesa.
Tú diriges el auto dormida entre la espuma.
No viene el verde, no llega la mano gris del invitado.
Y es que somos la lluvia, el porqué de un vientre sin horas,
la línea en un muslo, el redoble que adora las insignias.
Alguien ha sido albina, alguien vuelve al signo,
alguien interpreta el amanecer del río.
Yo persigno tu miedo y le digo al niño que no cante.
En la ciudad los eclipses llevan fresa en los labios.

miércoles, 29 de abril de 2009

La pasión como defecto

Poner demasiada pasión en las cosas puede resultar dañino y, desde luego, siempre es ilusorio. Es como pretender un mundo perfecto, hecho a tu medida, y llevarte berrinches cada vez que te tropiezas con una realidad que no se corresponde con la que tu coco ha creado.
Leer un libro y entusiasmarte hasta el punto de pretender que todo el mundo lo lea, incluso aquellos que no sienten el menor interés por la lectura.
Ver una película en el cine y disfrutar tanto como para recomendársela al planeta Tierra al completo, incluyendo a los que no van nunca al cine.
Querer a tus amigos/as con tanta pasión como para intentar hacer sentir a los demás que esas personas, a las que ni siquiera conocen, son especiales para ti y, por lo tanto, también tienen que serlo para el resto del mundo.
Enamorarte de ciudades y molestarte cuando alguien las critica porque estás convencido de que no ha sabido ver en ellas lo que tus ojos han visto.
La pasión excesiva es una forma de inmadurez que te lleva del goce al dolor en cuestión de minutos. Disfrutar a lo bestia y sufrir a lo bestia. Ilusionarte con mentiras y decepcionarte por las mismas mentiras.
Los que padecen esa especie de enfermedad son niños durante toda su vida, incapaces de racionalizar. Adorables en los momentos buenos pero caprichosos, intransigentes y hasta crueles en los malos.

lunes, 27 de abril de 2009

Sin mirada

Puedes tocarme con los dedos,
como el sol cuando roza la materia
y yo no ser de ti.

Porque soy lo que no te pertenece.

Puedes tocarme y ser de agua tu mano,
impermeable el gesto que me rapta.

Puedes mirar sin verme,
quedarte en la cadera, ascender hasta el cuello,
convertir en cristal el ojo que me juzga.

Vivir donde la piel es un pretexto
para olvidar la edad de nuestras sombras.

O puedes acallar la voz que nos destruye
y detener un párpado en tu lengua.

Porque si no te quedas a mirarme
yo sí seré la misma
pero el mundo se hará bastante más pequeño.

miércoles, 22 de abril de 2009

Infinitivos

Habitar el desorden de las cosas
para que se convierta en sól el pájaro.

Vislumbrar en la nada la costumbre del mar.

Encontrar en la cima un sendero sin huellas,
despertar al que nunca está dormido.

Que suene la sordera de dios ante la sangre.
Que se vuelva de sal el que no mira,

que no roce esta cuerda ningún cuello.

Y allí donde no escupe su destino la arena
perdurar bajo un cielo de mercurio.

martes, 21 de abril de 2009

Para despertar

Arderás en la lluvia cuando el fuego la toque
y serás nuevamente de madera.

Porque en tí están los números del agua,
los relojes que salvan de su edad a los muertos.

Antes de oler la luz, has sido de metal,
de una materia cálida.

Te bastaba la piel para vivir.

Eras de las ciudades que son islas,
te bebías el mar desde los muelles.

Y ahora estás ahí,
tendido en la rutina del invierno.

Inventando el dolor en un minuto.

lunes, 20 de abril de 2009

Al final

Sostenme en una noche de metal
para que el beso de la muerte tarde.

Para que cuando llegue finjamos el amor
dentro de una ciudad sin ascensores,

sin escombros de luz en las persianas.

Juntos y a oscuras,
celebrando en los cuerpos un albergue.

El juego de los niños que se asustan
cuando el reloj les muestra su verdadero rostro.

domingo, 19 de abril de 2009

Nocturno

Por las noches me mudo a tu garganta.
Abandono la tierra que sostiene mis pies
y busco la saliva que construye tu boca.

Y entonces me hago líquida.

O de arroz, como el hambre que se come a los niños,
huérfana en el ombligo de la luna.

Tan plena de deseo,
tan amplia y tan redonda como el beso de un ángel.

Existo sin materia,
agarrada al lugar que me prestaron,

como si dependiera de este cuerpo la luz.

Tan fértil siendo oscura.

sábado, 18 de abril de 2009

Ante el sueño

Siempre eres de azúcar,
sobre todo si sabes ampliar mi sabor
o dormir con la mano en mi cadera.

Porque en el tacto soy de alambre

Y no son estos dedos sólo el tacto,
son, sobre todo, el verbo que pronuncio,

la voz hecha de nieve.

Porque para sonar dentro de este silencio
necesito árboles,

tejados que se doblen ante el musgo.

Ser el rostro que besas cuando lloro.

Y que te quedes quieto
mientras los siglos rozan nuestro sueño.

martes, 14 de abril de 2009

Lo efímero

A veces me cuesta que el pie izquierdo se mueva como yo desearía que lo hiciera. No me gusta que los hombres se vayan de mi cama y su olor no perdure pero tengo la manía de ventilar la casa todas las mañanas. Yo misma borro los restos de todo aquello que está destinado a pasar y no quedarse. Me ha costado aceptar que soy mortal, como todos, pero una vez asumido no quiero ser ni más ni menos que eso. Si antes jugaba a la eternidad, ahora juego a lo efímero, con tanto empeño que la vida ha empezado a parecerme una broma. He dejado de creer en lo que no existe.

domingo, 5 de abril de 2009

Chefchauen (Marruecos)





Al norte de mi sur la vida tiembla
con el párpado abierto por el hambre.

Hay tanto para ver,
tanto horizonte viejo en tus esquinas.

Es el mundo un espejo de esta ruta,

el resumen de un mapa que se cierra
delante de una puerta aún quebrada.

Aquí las manos pintan el mar en las paredes
no hay ciudad más azul,
ni avenidas más quietas.

Aquí la edad renuncia a su sonido
para que los relojes se confundan
y vuelva a ser la vida un lugar sin cerrojos,

un surco detenido en la mirada.