Todavía me veo escribiendo postales.
Aún viajo en trenes,
aunque algunos apuesten en negro por mi vida
sin saber que no soy otro número más,
ni una estadística,
ni una mujer que acepte las limosnas del tiempo.
Todavía me queda un nombre intacto
en el que caben dos o tres presentes
y un corazón que mancha de sangre lo que toca.
No he perdido,
no me he cansado aún de andar descalza
ni de olerte la piel.
Sé que a ti no te importa mi pecho mutilado
o la sombra que nace en mis rodillas.
Todavía me siento capaz de abrir los ojos
mientras sube la vida por mi espalda.
Aún viajo en trenes,
aunque algunos apuesten en negro por mi vida
sin saber que no soy otro número más,
ni una estadística,
ni una mujer que acepte las limosnas del tiempo.
Todavía me queda un nombre intacto
en el que caben dos o tres presentes
y un corazón que mancha de sangre lo que toca.
No he perdido,
no me he cansado aún de andar descalza
ni de olerte la piel.
Sé que a ti no te importa mi pecho mutilado
o la sombra que nace en mis rodillas.
Todavía me siento capaz de abrir los ojos
mientras sube la vida por mi espalda.