Cada vez que conozco a alguien, pienso que es el destino quien me lo ha acercado y que, por lo tanto, esa persona está predestinada a representar un papel importante en mi vida.
Así, por no estropear antes de la cuenta esas presuntas historias, he aguantado a señores que duermen con calzoncillos y calcetines, he dejado de tirar de la cadena cuando iba al baño para ahorrar agua; he ido al cine con tipos que se dormían viendo "El marido de la peluquera" y he leído emails llenos de faltas de ortografía.
Me han pasado cosas muy divertidas, eso también es verdad.
Soy de los que opinan que si te quedas quieto nunca va a pasarte nada -ni bueno ni malo- así que yo siempre me he mantenido en movimiento, siempre esperando el milagro de la "no-normalidad". El caso es que así, poco a poco, voy construyendo una vida llena de errores y tropiezos. Pero también de vida. Vida llena de vida.