Finjo ya la razón desordenada,la carne inmóvil,la dulzura terrible de los muertos.Ese andar de puntillas por los miércolescon el sigilo de un cadáver,previsible y sin huellas.
Pero en ese vagar hallo a veces un guiño,
una mínima luz que me sacude,un resplandor de invierno,algo que contamina la distancia:otro torso que yace en la misma postura,bajo el mismo ciprés,en la misma región de la costumbre.
14 comentarios:
Lo habré leído tropecientas veces, y no sólo no me cansa, sino que me encanta.
Besos.
Coincido con Paloma, que bien que hace releer este poema!
una poética que crece con pasos de gigante.
Me encanta oír, eso, Paloma.
Mil gracias por contármelo.
Un beso.
Yo no sé si crece o no Paula, sólo sé que si no escribo "me muero"...
Beso enorme.
¡Ahí hay que estar, en el alma!
Este poema es una bestialidad y se le nota la actitud.
¿Cómo comentar aquello que no tiene comentarios?
:-)
Tú siempre sabes decir lo justo y hacerlo bien, Alicia... Besote grande.
Lo sigiloso de tu poema no pasa de puntillas por mis ojos, se quedo un rato aplaudiendo ...Precioso, besos
vaya vaya....
joderrrrrr
Gracias por seguir vieniendo, Entrebancos...
Tú y tu expresividad, Antonio, ójala no me falte nunca ninguna de las dos.. besoooo
Es tan calido el sitio que fabricas. Tan dulce y tan esperanzador, a pesar del dejo a tristeza. Tan cuidado.
Es un placer leerte y invariablemente me sabes a Dalí hecho letras: color, pasión, sentido, luz... y tanto universo paralelo (o este mismo, cernido por tu optica tan única y precisa).
Me gusta mucho tu trabajo.
Saludos.
Enhorabuena por su página. Un placer leerte.
Si aún te queda tiempo, la mía:
http://lamiradaperpleja.blogspot.com
Nos leemos.
Ramón Besonías
Ciento, me encanta esas cosas que dices, aunque no la merezca. Es un gusto que vengas. Gracias por acompañarme en ésto.
Gracias por venir, Ramón... Te leeré.
Un saludo.
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