miércoles, 25 de agosto de 2010

Acaso

Acaso alguna vez me oliste la cinturay te quedaste ahí perdido,
enganchado al perfil de una invención.
Tal vez por unos años fui tu pan,alguien en quién urdir la luz,un remiendo de sol en mitad de la noche-ese vientre tan cálido,esa mirada sin cortina-.
Yo que quería ser de hueso y sangreacaso fui el torso más ausente,el ángel más desnudo,un hombro al que agarrarse para no resbalar,tu calma y tu consuelo.
Y en ese engaño hallé miseriay no fui nido sino tumba,un cuerpo que se torna opaco y frío,cruel como el corazón de algunos dioses.

12 comentarios:

Bletisa dijo...

Me has emocionado Carmen y hace mucho que no me emocionaba leyendo un poema.
Precioso.

Carmen dijo...

Me alegra y me emociona tu emoción, Amparo, porque, además, este poema resume gran parte de mi vida...

Gracias. Muchas.

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Me gustó mucho
porque fui rodando
el mismo camino
en que el poema
se hace vida


un abrazo

Anónimo dijo...

El desamor lleva un desconsuelo del que difícilmente hay redención :)
Un abrazo

Desconcierto dijo...

Vaya...
duro tema.

La vida, la subida, los engaños, las expectativas que no se alcanzan, la caída...

Muy real

También me emocionó...joder

un beso

estrella dijo...

Buenas noches Carmen!!
Visito tu blog por primera vez y este poema me ha llegado.
¿A quién no le han helado el corazón alguna vez?
¡Qué bien lo has descrito!

Un abrazo

Carmen dijo...

Gracias, Francisco, eso de rodar el mismo camino del poema me gustó mucho

Carmen dijo...

Abrazo para ti, Santi... y así es, aunque, bueno, ya sabes, luego pasa...

Carmen dijo...

Mi teoría es que este poema es un poco para chicas, jeje... Gracias, Antonio. Beso grande.

Carmen dijo...

Bienvenida, Estrella... eso es, jolines, lo dijiste a la perfección: que te hielen el corazón, qué cosa más terriblemente triste...

Un placer saber de ti.

Anónimo dijo...

Atreverse a todo eso, a darse tanto, sin duda lleva en su grifa el alto precio, ese que hace pagar la envidia de deidades que morirían por no ser eternos, por sentir la sangre, las manos, el sexo, por sentir el amor y hasta el desprecio. duele y late la rama que se abre espacio en el tronco.
Cautivante como siempre tu poesía, de caderas amplias.

Carmen dijo...

Si se ama hay que darse, Ciento, al resto llámalo otra cosa... porque a veces llamamos amor a cosas peregrinas... Gracias mil. Ya lo sabes.