Rozo la palma de tu mano
y en el centro hallo el hueco de un dolor
que no me pertenece;
una línea de sal que es ilegible,
un mapa que la piel no desordena.
Apenas si te encuentro en el enigma,
permaneces inmóvil,
velado como un sobre sin abrir.
Misterioso y distante,
oculto en la lectura del silencio.
Nunca hablas:
afirmas que la voz es de los débiles.
2 comentarios:
Cada día escribes mejor, preciosa. Me encantó este poema.
Un beso
Gracias, Carlos... Creeme, me alegra muchísimo encontrarte por aquí. Sentiría muchísimo perder el contacto y las lecturas aunque ya no exista el lugar en el que nos conocimos...
Un besote grande,
Carmen
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