sábado, 6 de octubre de 2007

Como amo a la palabra

Amarte, como amo a la palabra
antes de que se convierta en silencio.
Quererte como se quiere a las cosas
que nos predecían sobre el destino
amargo de nuestras ciudades.
Nombrarte ante los espejos opacos
que adivinaban tu lentitud ciega.
Y seguir apoyando tu apellido
en la soledad de mi nombre.
Seguir siendo palabra
sobre las calles ensordecidas
por el ruido de un amor huérfano de vientres.
Y amarte, roto,
con esa clase de amor,
desnudo,
que se abraza a tu nombre en las cenizas
para salvarte de lo que eres:
un lugar desde el cual mirar la noche.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Si el hombre pudiera decir lo que ama

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Miseria de la poesía

La lenta concepción de una metáfora
o bien ese temblor que a veces queda
después de haber escrito algunos versos
¿justifican una vida? Sé que no.
Pero tampoco ignoro que, aun no siendo
cifra de una existencia, esas palabras
dirán que quien dispuso su armonía
supo ordenar un mundo. ¿Y eso basta?
Los años van pasando y sé que no.
Hay algo de grandeza en esta lucha
y en cierto modo tengo
la difusa certeza de que existe
un verso que contiene ese secreto
trivial y abominable de la rosa:
la hermosura es el rostro de la muerte.
Si encontrase ese verso, ¿bastaría?
Tal vez no. Su verdad, ¿sería tanta
como para crear un mundo, para darle
color nuevo a la noche y a la luna
un anillo de fuego, y unos ojos
y un alma a Galatea, y unos mares
de nieve a los desiertos? Sé que no.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Elogio de la sombra

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.

viernes, 7 de septiembre de 2007

En letras

He extendido las letras en la tarde
esperando que llegues a mi verbo.

Deletreo tu nombre en la paciencia
y rozo con los dedos las palabras.
Trazo enes de "no estás"
y aminora la ausencia su destino.

Columpio diccionarios sobre las avenidas
y los significados se hacen grandes.
Consuelan la mirada
y la conducen dónde quiere estar
-muy lejos,
o cerca si es tu gesto el que saluda
mi nombre tras la lluvia-.

Te encierro en letras
regalándote el rostro de una sombra.

Me empino sobre el signo que te escribe
y, en silencio, te beso.

Tiempo perdido

De ti sólo guardo nombres vacíos.
Las sobras quietas de una sensación
que se detuvo en el perfil del mundo.
No siempre fue así, claro.
No lo fue durante aquel largo invierno,
cuando bajo tu axila se escondía
el sudor antiguo del mundo
y tu ojos eran un charco
en el que ahogar cada noche la rabia.
Mi mirada hizo de ti lo que no eras.
Y no eras el libro cerrado
que hoy reposa su cansancio en mi vientre,
implorando la sombra de un beso que no existe.
Antes, eras la paciencia del agua
por eso no sé si mi nuevos ojos
podrá mirar sin miedo
el rostro de un tiempo perdido.

domingo, 12 de agosto de 2007

Dale recuerdos al tiempo

Quise reencarnarme en un trazo
que dividiera en dos la perfección
de los abecedarios.
Dale siempre recuerdos al tiempo de mi parte
porque, con una sola letra,
levantó ventiscas en la costumbre
de masticar la noche a solas.
Dile a esa frase sin terminar
que multiplique el efecto sonoro
de nuestro yo más incompleto.
No es suficiente recrear palabras
para acallar el ritmo
de unas horas que sólo dibujaron carencias.
Y, de nuevo, trazar interrogantes
ante ese porvenir de aguas saladas
que no anuló el efecto de los jueves.
- Huir, tarde, de las sombras.-
Dile al diptongo de mi boca sobre tu boca
que traduzca el sabor de mi saliva
en el trazo imposible de un mañana.

Resumir

Mientras un mosquito destruye su hora
en nuestro oído,
yo recuento los dedos de tu mano
intentando resumir
los días que no están.
Pero sigo sin saber si es amor
o sólo la cosquilla de un estómago
con hambre.

martes, 17 de julio de 2007

Cuando llegues

Cuando llegues, aunque parezca tarde,
te diré que eras la lluvia esperada. Supongo que hará frío
y que las monedas habrán gastado sus nombres.
Supongo que un ojo parecerá mudo
y que los mapas, abrasados, bajo agosto
helarán el rastro de abril
-todo lo que no fue posible-.
Llegarás, aunque, tal vez, sea tarde.
Tan tarde,
tan sombra y tan peligro.
Tan frágil y tan suceso,
como la proximidad de la muerte.
Llegarás.
Y tú, que pareces tan importante,
te apoyarás sobre mi nombre vano.
Y empezarás a estar.
Tan débil, tan roto, tan amarillo
como mi derrota solitaria ante los lunes.

domingo, 15 de julio de 2007

No lo ves?

Mira las heridas de mis rodillas,
con ese gesto inclinado de párpados
que sólo se desnuda en la ceguera.
Estoy muerta, no ves que tengo frío?
Mis manos se estudian sobre las tardes,
son manos de hielo
bajo el destino autista de tu vientre.
Aún tengo frío
y colegios rotos sobre la boca.
Soy pequeña, no lo ves?
A penas una niña
que se niega a crecer en las aceras.
Tengo frío y tal vez algo de miedo
(a no encontrarte).
Se rozan el frío y la soledad,
los lugares que nos vieron sin ojos,
las trampas de los años.
Roza el mundo un reloj que marca tiempos.
Pero yo sigo siendo una niña, no lo ves?

Thelma & Luise




Thelma es un ama de casa que vive una existencia anodina junto a Darryl, su marido, un machista redomado detestable que la trata como a una niña. Louise trabaja como camarera en una cafetería mientras anhela que Jimmy, su novio músico, le pida matrimonio. Las dos deciden que lo que necesitan es un fin de semana alejadas de la rutina, y emprenden un viaje en el Thunderbird descapotable de 1966, propiedad de Louise. Durante su escapada, alcanzarán un punto sin retorno a partir del cual irán descubriendo nuevas perspectivas sobre la vida que desconocían hasta entonces.

Desayuno con diamantes



Basada en la novela de Truman Capote, Desayuno con diamantes se ha convertido con los años en una de las películas más emblemáticas de los años 60.
Bajo la apariencia de una comedia romántica se encierra una crítica clara contra las clases sociales más acomodadas y de lo que algunas personas llegan a hacer para ganarse un hueco entre los primeros.



Y tu mamá también




 

21 gramos





Tengamos o no miedo a la muerte, ella siempre llega, y en ese momento nuestro cuerpo pierde veintiún gramos de peso. ¿Acaso el alma de una persona pesa veintiún gramos? ¿Es ese peso absorbido por los que nos sobreviven?



sábado, 14 de julio de 2007

Deliciosa Martha






 

Lo importante es amar




Un fotógrafo free-lance se cuela en el rodaje de una película porno para robar las instantáneas de una actriz . Ésta advierte su presencia y le pide que no se las haga puesto que "es una actriz seria que hace esto para comer". A pesar de que la actriz está casada con un coleccionista de fotografías de cine él no consigue olvidarla; pide dinero prestado a un hampón y financia -en secreto- una obra de teatro que puede suponer un espaldarazo a la carrera de ella.

Empieza así una de las historias de amor más locas del cine europeo.

viernes, 13 de julio de 2007

O vivir en tu vientre

Mi sofá orienta su nombre hacia Roma.
Quiere recordar sus calles
cuando te abrazo sobre los muebles viejos.
Cuado araño en ti el espejismo del dolor,
las palabras que, apenas, nombraron luz
y esa trampa seca de los raíles
que observan el recorrido del tiempo.
Yo observo la lentitud del mundo desde tu hombro.
Cuando te miro,
mis dedos ya no recorren los mapas,
se detienen, lentos, sobre la aurora.
Pudieran apagar en ti la edad.
Rescatarte de las ciudades muertas,
de esa antigüedad de árboles sin nombre
que predicamos desde la ventana.
Como si fuera posible morir
en los espejos.
O vivir en tu vientre.

sábado, 23 de junio de 2007

Nada sé

Con cambiarte de traje, te cambio también de alma.
( No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres. )
Gabriel Celaya

Quién se esconde bajo ese rumor de noche.
Nada sé de él. Que respira.
Que sus miedos me espiaban
desde la diferencia de los días lluviosos.
Sé, a penas, lo que me enseñó su cuerpo,
su voz en los telegramas.
Nada sé de él.
Que recorre los libros y huele a mar,
a latidos rotos sobre febrero.
Sé que sus lápices pintaban veranos
en los pasillos vacíos.
Pero no entiendo su dolor urgente
ni esa rutina que le impide acercase a mí.
Nada sé de él por eso huyo de una tristeza
que ya no me inspira cafés. Ni versos.

domingo, 17 de junio de 2007

La ceguera

Te protejo del tiempo, si me dejas,
si me nombras azul en las palabras.
Ajena pero próxima a las nubes,
lamiendo los nombres en tu dolor.
Te protejo de la lluvia de marzo
y de las ciudades abortadas en el tiempo.
Te hago sombra en los círculos,
mientras mis ojos miran tu costumbre.
Pero es pequeña mi mirada. Y antigua.
No sirve para vivir.
Ni para salvar a la noche.
Es sólo una mirada de ventanas abiertas,
de tráfico pasajero.
Un ojo abrazado a la piel de los insectos
para morir.
O para definir la ceguera de los hombres.

La pregunta

En la noche avanzada y repetida,
mientras vuelvo bebido y solitario
de la fiesta del mundo, con los ojos muy tristes
de belleza fugaz, me hago esa pregunta.
Y también en la noche afortunada,
cuando el azar dispone un cuerpo hermoso
para adornar mi vida, esa misma pregunta
me inquieta y me seduce como un viejo veneno.
Y a mitad de una farra, cuando el hombre
reflexiona un instante en los lavabos
de cualquier antro infame al que le obligan
los tributos nocturnos y unas piernas de diosa.
Pero también en casa, en las noches sin juerga,
en las noches que observo desde esta ventana,
compartiendo la sombra
con el cuerpo entrañable que acompaña mis días,
desde esta ventana, en este mismo cuarto
donde ahora estoy solo y me pregunto
durante cuánto tiempo cumpliré mi condena
de buscar en los cuerpos y en la noche
todo eso que sé
que no esconden la noche ni los cuerpos.

sábado, 16 de junio de 2007

Alto jornal

Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.

viernes, 15 de junio de 2007

Te amo por ceja

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento
y te dibujo,pronto a borrarte, así no eres,
ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.

miércoles, 13 de junio de 2007

Son sólo manos

Si mis manos fueran águilas
alimentarían tu boca hambrienta,
poblarían las islas de animales
y vencerían los años.
Pero mis manos son pequeñas,
aprisionan el vuelo de los lápices
pero cuando quieren llegar más lejos
se detiene su fuerza.
Nada esperan de las calles vacías.
Se esconden
tras las postales antiguas,
tras la letra uniforme de la infancia.
Son sólo manos que se rinden
sobre el tacto de los relojes.

De tanto mirar

De tanto mirar, rondé la ceguera.
Y la vida, esa rata con nombre de dolor,
despertó entre el apetito del tiempo.
Antes de hoy, yo ya rompía las horas.
Lo que ves es sólo un resumen gris
de los vestidos que desnudaron mis veranos.
Lo que ves no es lo que soy.
Llegué a ti desde la fatiga de los espejos,
desde el cansancio.
Desde el error de los relojes.
Desde el balcón que se asoma
sobre la pereza de los tejados.
Llegué para huir.
Y respiré azul en las azoteas
sin recordar
que, detrás de las ciudades,
aún residían los nombres sin patria.
Miré tanto que sacudí la luz
sobre la única verdad no borrada.

viernes, 8 de junio de 2007

He roto el lunes

Para que tú me vieras rompí el lunes.

Salté sobre mi sombra
para hacerle cosquillas a la noche.

Quise ser yo:
un paisaje de arena
una postal de alambre sobre el miedo.

Elegí para ti la desnudez.
No el artificio,
no las sombras,
no el misterio.

La verdad que pronuncia lo que soy.
El despojo de un gesto
que en los ojos encuentra su lenguaje.

lunes, 28 de mayo de 2007

El animal dormido

A Luis García Montero

Has llegado en la noche,
como otras tantas noches,
hasta la casa apuntalada en sombras.
La puerta ha clausurado el alba amenazante,
y, tú mismo una sombra,
te desvistespor el pasillo a tientas,
con las voces aún y el sabor de esa noche
hurgando en la memoria.

La habitación todavía es más ciega,
y la invade, corpórea,
la familiar tibieza de una niebla invisible.
Has tumbado tu noche, tu cansancio y tu cuerpo,
junto al cansado cuerpo de su noche.
Quién sabe qué fantasmas la estarán visitando,
con quién departirá
en la hora puntual de los demonios,
por qué tierras salvajes de los sueños
andará extraviada y sin echarte en falta.
Toda la suma de casualidades,
de planes no cumplidos,
de rutas postergadas, de incertezas,
y que llevan por fin hasta esta noche,
resulta un laberinto incomprensible.

Mientras rumias un violento deseo,
ella duerme a tu lado,
flota sobre las aguas del lago de la noche,
ajena a tus preguntas sin respuesta,
y su respiración, en esas aguas,
es el fiel testimonio de que hay vida,
de que aún no te has ahogado.

Qué está ella haciendo aquí,
qué estoy haciendo.
El lago no responde desde sus aguas frías.
No creo que mañana obtenga la respuesta.
Mientras tanto,
ya me he acercado al animal dormido,
su orilla me ha abrazado,
y sin más tiempo para pedir ayuda
nos hemos ido al fondo de la noche.

La lenta máquina del desamor


La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.

En un año se muere muchas veces

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Ángel González

Las vidas se me arrugan año tras año,
de nada sirve tenderlas al sol.
Tras haberlas enjuagado, con prisas,
siguen arrugadas,
como un catálogo de viejas cartas.
Aquí está el uno de enero,
la fotografía que inmovilizó la fecha
pero ya no puedo recuperar ese instante.
Se fugó su recuerdo
tras un frío que ya no es vida.
La tristeza desarruga momentos
pero no los enmarca en el presente.
Se limita a fingir que siguen vivos
el aire,
la luz,
los países que inspiraron los labios,
las tarjetas de visita
de esas fiestas a las que nunca fui.
Yo misma me convierto en un álbum,
en una de esas cartas largas
en las que confesar
aquello que no me atreví a decir:
ha pasado un año entero y no he muerto.

domingo, 27 de mayo de 2007

Fue en marzo, tal vez

El amor era ella, la que espera impaciente,
pero tú eres la vida.

José Luis García Martín

Sobre las tardes anochecen nombres,
recordatorios de la última vez
que los ojos celebraron la pasión.
Fue en marzo, tal vez, y llovían lenguas.
Y almohadas.
Y ese miedo tan vestido de insomnio
como la sombra de algunos diciembres.
Fue en marzo,
mientras amanecían las ciudades
y el agua desnudaba su verdad más antigua.
Sucediste bajo un viento templado,
en las esquinas de las cosas,
en las veredas oscuras.
Sucediste y era marzo en las paredes,
aunque nunca espiaras la vida
ni encontraras mi nombre en tu espejo.

sábado, 26 de mayo de 2007

A pilar

Estoy un poco más sola que antes pero tú me enseñaste qe la muerte forma parte de nosotros. Nunca he aprendido tanto de nadie. Gracias todos los días.

El amor es un monstruo

Recita ruidos detrás de las puertas
para asustar a las niñas desnudas.
Pero su nombre sólo invita al miedo.
No os asustéis de su boca de lobo feroz
porque nada significa su sonido mudo.
Se limita a copiar en su libreta
mi propio rayo de luz.
Asustan sus dientes imperfectos
o sus cambios de camisa.
Pero es sólo un hombre que pasea
sin importancia.
Un monstruo con tres ojos,
una sílaba empantanada de realidad.
El amor es un monstruo sin huellas dactilares,
por eso no está invitado a mis fiestas.
Es un intruso que nunca bebe en compañía.
Se queda sólo a las tres,
clandestino,
tan desnudo de historia,
que, cuando suena la música,
baila solo en los sótanos de mi memoria.

jueves, 24 de mayo de 2007

Nunca serán luz

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Gabriel Celaya

La luz no sabe sonreír
ni imitar las tormentas de la tarde.
Sabe agotarse en el sudor de los edificios,
enredarse en las persianas
y mancharse de grasa en los talleres.
Sabe mirar las uñas sucias
que escupen su rebeldía bajo los cartones.
De nada sirve la luz en los templos.
Se apaga su vocación de ciudad,
agoniza su hambre de calles vivas.
Su temblor enmudece en los polígonos,
en el humo de las fábricas,
en las mentiras que nos contaron.
Nunca serán luz las palabras huérfanas,
las que buscan el halago,
las que no se desnudan en el lodo.
Nunca será luz la herramienta que vence al mundo
ni esas veredas, vacías de risas,
bajo las que escondemos la verdad.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Fragmento de El Festín del amor (Charles Baxter)

.... Fui a ella goteando sangre, con el corazón hecho jirones por causa de Diana, y ella me lo curó en una semana.
....Es lo más profundo a lo que llego: algunas veces, simplemente, lo sabes. Cloé y Oscar lo sabían. Sabes cuándo dos personas están hechas una para la otra. En realidad, nunca había experimentado esta tesitura extraña, pero me ocurrió con Margaret. Antes yo siempre procuraba que mis relaciones funcionasen a fuerza de voluntad y deferencia forzada. Esta vez no tuve que esforzarme en nada. Un soplo de facilidad nos inspiraba. Fuera yo lo que fuese, pues bien, era lo que Margaret, al parecer, quería. No estoy seguro de que buscase un hombre blanco como yo, un comerciante aquejado de modestia, pero dijo que le daba igual mi color o mi carácter, de todos modos, porque estaban bien como eran. No había pensado en que pudiese amar a un hombre de mi raza, pero en cuanto aparecí en su vida, resultó que era el hombre que ella amaba, como se dice, contra viento y marea. Hasta la fecha no sé exactamente qué amaba de mi, y no lo sé porque no tengo que saberlo. Me ama, y punto. A mí, a mi menú completo. Ella lo pidió entero.
Cuando dos personas se aman hacen las cosas a dúo. Vamos al cine, vamos a bailar (ella baila mejor que yo), vamos a la tienda de comestibles y nos cogemos de la mano en los pasillos (escandalizando a los racistas), elegimos muebles, cocinamos, hacemos el amor, hablamos del futuro, jugamos con el perro y lo llevamos de paseo.... Congeniamos. (Evito decir estas cosas en público; la gente detesta oírlo, como si la obligaran a comer azúcar en crudo.) Ya no hay que hablar con desconocidos, ya me entiendes. Todo lo que quiero decir, quiero decírselo a ella. La vida se ha convertido en lo que yo me figuraba que debía ser, por satisfecho y horrible que suene. De hecho, en realidad no me apetece hablar más de esto. Como dice el poeta, todas las parejas felices son iguales, son las infelices las que tienen historia.
Ya no soy una historia. La felicidad ha hecho que me diluya en la vida real.”

viernes, 18 de mayo de 2007

Siempre fui yo

Me quedé quieta sobre la penumbra
pero, aún detenida, en las paradas de taxis
seguía siendo yo.
En los soportales que renuncian a la lluvia,
en las farolas,
en los tejados con gatos y lunas.
Incluso en los desiertos que añoran el mar,
siempre fui yo.
Tú y yo, juntos, éramos huérfanos.
Un párpado acallando la verdad.
Juntos no éramos
y, sin embargo, yo siempre fui yo.