Me quedé quieta sobre la penumbra pero, aún detenida, en las paradas de taxis seguía siendo yo. En los soportales que renuncian a la lluvia, en las farolas, en los tejados con gatos y lunas. Incluso en los desiertos que añoran el mar, siempre fui yo. Tú y yo, juntos, éramos huérfanos. Un párpado acallando la verdad. Juntos no éramos y, sin embargo, yo siempre fui yo. |
2 comentarios:
ánimo con el blog. es una labor de nómada, de soledad y silencio. Es lo más modernoy clásico, porque el escritor siempre fue un correo del zar por las estepas, un solitario jinete, un inquieto amanuense en las profundidades de su retiro.
Tuyo,
Viktor Gómez
Gracias con retraso,Viktor, como bien dijiste es una labor de nómada, de soledad y silencio... por eso a veces no es posible... Un bran beso,
Carmen
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